domingo, 1 de junio de 2014

Virtudes de la abeja gregaria

Sin duda esta es la última entrada que hago para mi clase de filosofía. Ya una vez graduados, y ahora decididos a estudiar para selectividad, debo escribir la última entrada de este blog. Una vez hecha y dentro de un tiempo no sé si borraré la página, seguiré con ella pero cambiando su utilidad, es decir, en vez de subiendo entradas de filosofía que sean de otra materia, o simplemente dejando este blog tan abandonado que las ratas ni siquiera deseen pasar por aquí...
No obstante algo si tengo seguro y es que esta entrada debo hacerla. 
Hubiese preferido para acabar una experiencia de las potentes, de las que se puede exprimir líneas y líneas de información, y pensamiento, pero esta vez y sobretodo con el tema de selectividad nos ha pillado un poco apurados, así que se decidió que debíamos leer un artículo y comentarlo.

He de decir que me resultó difícil escoger el capítulo ya que con todos los exámenes finales y con la idea de que ya se acaba el curso en la cabeza, como que no había demasiadas ganas de ponerse a leer sobre filosofía. Sin embargo había que hacerlo algún día. 
Es así como escogí el capítulo un poco por el número de páginas que tenía (estaba un poco vaga), pero sobretodo porque el título fue uno de los que más me llamó la atención desde el principio: Virtudes de la abeja gregaria

Es este capítulo se describe un poco la vida de las abejas y la manera en la que por puro instinto forman una especie de inteligencia colectiva, son capaces de hacer miel, criar a las larvas, recoger polen, mantener su colmena perfecta a pesar del calor, y todo porque siguen siempre unas especies de reglas no escritas que no necesitan estudiar, sino que vienen con ellas. Así se plantea la idea de que al igual que las abejas, los seres humanos somos animales que vivimos en sociedad y que debido a que nosotros somos subjetivos y hemos dejado atrás un poco los instintos, es necesario crear esas propias leyes de funcionamiento. 
En sí, el capítulo es (o al menos yo lo he entendido así) una crítica al modo en el que la moral que desde hace ya mucho tiempo se ha impuesto, es decir al hecho de que la mujer debe ser la más sumisa y la encargada de las cosas de la casa, mientras que el hombre es el dominante y el que trata todo lo exterior. Es así como va mostrando poco a poco las diferentes ideas de los filósofos respecto al modo en el que se debe vivir y las comparaciones que se hacen con las abejas en todo momento. Expone que para muchos pensadores, la inteligencia colectiva que poseen estos diminutos animales, que tan solo guiadas por instinto son capaces de crear esos hexágonos perfectos. 

Desde mi punto de vista, el artículo no ha sido de mis favoritos ya que se me ha hecho un poco extenso donde se decía poco en muchas líneas, sin embargo la primera parte de este me ha gustado bastante en comparación con el resto. Yo que soy una fan (pero fan fan de poster) de la miel he de decir que el tema de las abejas y su capacidad de crear dicho manjar tan solo vomitando polen me magnifica. Es verdad que pensado de ese modo no es apetecible ni mucho menos, pero una vez que la pruebas se te olvida. Sin embargo, tras varias experiencias de apicultura, en las que no me ha picado ninguna abeja (toco madera) me sigue asombrando su capacidad de trabajo. 
Desde pequeña siempre he pensado que tanto las abejas como las hormigas son quizás los insectos más trabajadores, o al menos de los que más se percibe su trabajo diario. Y eso se ve cuando sales al campo y ves las hormiguitas todas seguiditas unas de otras, o las abejas recolectando su polen de flor en flor y también se percibe mucho viendo La abeja Maya, esa serie de dibujos animados donde se aprenden cosas como la jerarquía dentro del propio panal. 

Respecto a la parte de la moral que es tratada en el artículo, creo también que realmente, el hecho de la disposición biológica tanto de los órganos reproductores como las hormonas, son los causantes en parte de las diferentes morales que han aparecido a lo largo de los tiempos. Sin embargo, creo que a medida que se avanza en la historia y como consecuencia la capacidad de razón evoluciona sutilmente, se conocen más cuestiones relacionadas con las diferencias e igualdades entre hombres y mujeres, y eso obliga a dejar atrás ciertas reglas que ha estado presentes durante mucho tiempo y que ahora no tienen sentido ninguno. Y por ello, al igual que el artículo, pienso que es necesario crear un grupo bien estructurado y con las funciones y responsabilidades bien distribuidas con el fin de conseguir mantener una familia, o incluso una sociedad tan bien montada como la de las abejas. 



 

viernes, 7 de marzo de 2014

Hacer ruido que estoy estudiando!!

ATENCIÓN: Si has poseído, o posees la sensación de que una iglesia a las tres de la madrugada es demasiado ruidosa para poder estudiar en condiciones lamento decirte que no va en tono irónico el título, es un poco exagerado pero no falso, si eres de los que no duermen en toda la noche para estudiar, si eres de los que se sienten insultados en todo momento, y siempre están a la defensiva, si eres de los que no tienen ganas de aprender nada nuevo, ni de intentar mejorar, te aconsejaría que si este artículo es de tu desagrado/no lo comprendes/o crees que estoy más loca que un manicomio entero estás totalmente en lo cierto, te evitaría un mal rato leyendo así que no me lo tomaré a mal si abandonas ya la página, de todos modos nunca podría saber si la has leído entera o no :(
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Quizás forme parte de esas personas repelentes que parecen que siempre están atentas , de esas que no se van de pesca a ese lago común donde todos nos encontramos en ciertas clases antes de quedarnos totalmente dormidos. Quizás sea de esas que son "muy listas y no le cuesta estudiar tanto como a mí", de esas que con solo escuchar en clase ya se le queda todo, de esas que dan la sensación de que sacan fotos en FullHD con su mente y ya no necesitan nada más, de esas que siempre van a saber todo y nunca se van a equivocar, de esas que les da igual el día que se ponga el examen porque como "saben todo", porque como "le gusta estudiar", de esas que parecen ser perfectas con vida perfecta, horario perfecto, todo lo saben, y si no en cuanto lo dicen una vez ya lo saben, pero debo descubriros un pequeño secreto: Esas personas no existen.
Las vidas perfectas, gente perfecta y cosas perfectas no son más que ilusiones que nuestra mente crea respecto a otros pero en el fondo, esos otros son  como el que está sentado al fondo de la clase, como el mismo profesor que imparte clase, como tú y como yo.


Sé que es muy cómodo desconectar, irse a coger atunes, doradas, contar todas las baldosas de la clase, contar los cuadritos de un folio uno a uno mientras una voz, que no se sabe muy bien en qué idioma, habla por el fondo, pero que si se callase estaríamos todos mucho mejor. Sin embargo a la hora de aprender esa actitud no es una buena táctica. Para aprender hay que estar atento durante seis horas diarias cinco días a la semana, y eso es más duro. En ese aspecto os doy totalmente la razón, claro que se está mucho mejor en casa tirado en el sofá, sin mover ni un solo dedo nunca, pero desgraciadamente eso te convierte en ignorante, en vago, en borrego y lo peor: engorda el culo, y mucho. 
Por lo tanto no tenemos más remedio, si queremos hacer algo en nuestras vidas más que ser un récord guinness de culos gordos, que ir a clase a aprender. Hacer el favor de no confundir memorizar como un loro con aprender, porque no tienen nada que ver. Aprender es descubrir cosas nuevas, asimilar conceptos que te van a ayudar en un futuro y memorizar como un loro es simple mente eso, repetir y repetir cosas a base de hacerte ampollas en los codos por culpa de sujetar la cabeza y que tan solo te vas a acordar de ello durante dos semanas a lo sumo. Obviamente hay cosas que nos gustan más que otras, normalmente las que nos resultan más sencillas, aunque todo es necesario. 

Sin embargo después de todo este royo de mamá castigando a sus hijos que os he soltado, yo también soy alumna, aun no soy mamá ni lo espero ser pronto D: también estoy seis horas al día cinco días a la semana yendo a clase, y también algunas me parece un peñazo, sin embargo, la gente suele pensar que me gusta, ERROR, la gente suele pensar que no me cuesta aguantar todo ese tiempo atendiendo, ERROR, la gente se piensa que tengo cámara fullHD incorporada en mi mente, ERROR, la gente se piensa quizás que me encanta estar por las tardes estudiando, ERROR, la gente suele pensar que con leerme las cosas ya me las sé, y cuando digo las horas que dedico por la tarde a estudiar se creen, yoquesé qué se creen, pero en el fondo no se percatan de que a las horas de estudio por la tarde no se le añaden las de por la mañana. Quizás esto sea así porque muchos se pasan la mañana en el lago, porque muchos no saben lo que se puede quitar de trabajo con esas seis horas diarias cinco días a la semana, porque muchos no tienen la atención que se necesita ni tan activada como se debe, porque muchos ya desde un principio se bloquean y se autoconvencen de que son incapaces, porque muchos intentan las cosas y no se dan cuenta de que para que salgan no hay intentarlo hay que conseguirlo, y estar seguro de que puedes conseguirlo.

Desde mi punto de vista la diferencia entre conseguirlo o no, es simplemente cuestión de creérselo o no. Además de eso a la hora de aprender es indispensable la atención, y la diferencia entre tenerla y no es la práctica. Por lo tanto conseguir mejorar supone fe en ti mismo y práctica. La práctica es complicada pero se obtiene, sin embargo la autoconfianza es más difícil. Si ya has tirado la toalla, si ya te has rendido y crees que no vas a poder, ¿qué posibilidades tienes de ser capaz? Ninguna.
Y después está la atención, la cual para conseguirla requiere su esfuerzo. Nadie nació atendiendo en clase por gusto, todo el mundo se lo ha tenido que currar, o no se lo ha currado nunca y por ello no posee la capacidad de atender. Obviamente estar recogiendo información durante seis horas seguidas sin casi descanso y de aspectos muy diferentes es cansado, muy cansado, pero hay que hacerlo. Si te acostumbras a desconectar llegará un día en el que des clases en modo ahorro de energía y por lo tanto sí, por la tarde estarás vivito y colenado eso si pasas tres pimientos y medio de ponerte al día pero mientras serás como un móvil sin brillo, sin wifi, sin datos, sin sonido, sin poder ponerle música, en modo avión, es decir inservible.

A esto hay que añadirle que si estás cansado es como si estuvieses bajo de batería, cada cierto tiempo te sale un cartel que te indica que debes descansar, porque dormir no es perder horas de estudio como algunos piensan, dormir es ganarlas. Siendo sincera los días que más duermo son los que tengo examen al día siguiente, y esos días son los que hago mayor ejercicio ya que es como si se me borrase todo el cansancio mental y se me distribuyese por el cuerpo. Pero lo de dormir es indispensable, a parte de que está demostrado científicamente que durante los sueños se asimilan los conocimientos, es algo que se experimenta. Si has estado estudiando bien, y te vas a dormir, aunque en ese momento no sepas ni recuerdes nada, cuando te despiertas es como si todo ya estuviese impregnado en tu cabeza.

Además de todo eso hay otros factores que también influyen positivamente a la hora de hincar codos como por ejemplo; la concentración. Esta, al igual que la atención son aspectos que se deben desarrollar para estudiar y aprender de manera más rápida y eficiente.
Que levante la mano todo aquel que se vería capacitado de estudiar filosofía en una cancha de baloncesto durante un entrenamiento (ojalá pudiese ser vuestras webcams para ver si realmente habéis levantado la mano o no). Eso es concentración.


Esto también, pero no es el caso :D

Yo desde mi experiencia, he de mostrar una rareza mía (cómo no son pocas...), y es que llevo observando desde ya hace bastante tiempo, y en especial ayer que ha sido el impulso a escribir esta entrada, que soy capaz de retener más información y más rápido si estudio en un lugar con ruido. Parece absurdo y quizás lo sea, pero a la vez creo verle un poco la lógica. Si pretendes estudiar en un lugar con ruido tienes que hacer un ejercicio mental paralelo para eliminar todo sonido exterior, tienes que hacer un esfuerzo extra por centrarte en los apuntes, tienes constantemente que volver a ellos cada vez que se te va la mente al exterior. Sin embargo eso también te hace aumentar tu poder de activación mental y por ello de atención, aparte que a la larga te hace capaz de distraerte menos. No estoy diciendo ahora que todos os vayáis a manifestaciones, al supermercado o a partidos de fútbol a estudiar, sin embargo creo que acostumbrarse a tan solo ser capaz de estudiar en un silencio absoluto donde el vuelo de un mosca ya perturba tu concentración no es que se diga muy natural ya que estamos rodeados de ruidos por todas partes.

Por lo tanto para concluir he de decir que las claves (según mi opinión) más importantes para obtener resultados y mejorar, son:
El interés, si algo no te gusta te va a costar más que si algo te encanta, por lo que a veces merece la pena autoengañarse y convencerse de que, al menos durante el tiempo que debes estudiarlo, te gusta o mejor, TE ENCANTA.
El trabajo, las cosas no las regalan porque sí, hay que currárselas para conseguirlas.
La atención, la cual te puede ahorrar horas de estudio por la tarde, ya que si aprovechas las de por la mañana tampoco es necesario pasarse todas las tardes encerrados en casa.
La concentración.
Dormir, con sueño y cansado no consigues nada.
Y la que creo más importante, la confianza en uno mismo, sin esta, apaga y vámonos porque no hay solución. Si no te crees capaz, nunca lo serás.

domingo, 2 de marzo de 2014

Si nunca te lo has planteado, no piensas

El otro día (periodo de tiempo que va desde ayer hasta hace cinco años) se nos propuso en clase hacer un comentario de uno de los artículos de un libro. La elección de ese capítulo debía ser prácticamente aleatoria, porque tan solo sabías el título y un poco de lo que trataba, pero nada más. En un principio no me hizo mucha gracia, ya que la inspiración no es algo que me surge de repente, y escribir de algo que ni fu ni fa pues no me motivaba, pero tenía que hacerlo. Así que decidí irme al apartado de lógica que fue el que más me llamó la atención debido a que de las opciones era la que más podría gustarme, y de ahí elegí este.

El escarabajo en la caja. El título me llamó desde un primer momento, y a pesar de que sabía que lo más seguro es que no tuviese nada que ver, me recordó al famoso gato de Schrödinger (estoy un poco obsesionada con esto, no se nota no?), el cual es encerrado en una caja con un bote lleno de veneno, y se plantea que está a la vez vivo y muerto, pero ese es otro tema, que si os apetece os contaré en otra entrada. Por lo tanto un poco a ciegas este artículo decidió que debía ser leído por mí, y efectivamente me alegro de haberlo elegido.

En primera instancia lo que plantea es una especie de experimento en el cual a cada uno de nosotros nos dan una caja con algo dentro, y a eso de dentro lo llamamos escarabajo, puede que dentro solo haya aire, haya una manzana, un bote de mostaza, una cucaracha o cualquier cosa, pero sea lo que sea para nosotros va a ser un escarabajo. De ese modo se nos prohíbe ver lo que otros tienen en sus cajas, tan solo podemos ver lo que contiene la nuestra.
Ahora supongamos que yo en mi caja tengo una mariquita y la tuya contiene una piedra, por poner un ejemplo. Cuando hablemos yo diré que en mi caja hay un bello escarabajo, y tú pensarás que, al igual que tú, a lo que yo llamo escarabajo es una piedra, pero sin embargo el contenido de tu caja y el de la mía no tienen absolutamente nada que ver.
Es así como se plantea en mi mente esa duda que se me ha planteado siempre:  ¿Y si el color que yo veo y al cual llamo azul es igual al que tú llamas rosa?  Es algo así como el escarabajo, nunca se podrá saber, porque no podemos acceder a ver el contenido de otras "cajas" que no sean la nuestra, y por lo tanto lo único que podemos pensar es que sea lo mismo...

Esta duda es algo que me he planteado muchas veces, sobretodo cuando, ante una misma situación, hay gente que actúa de manera demasiado diferente. Por ejemplo, cuando se ve una cucaracha. Para mí ver a ese insecto no me supone nada, es más, no llego a comprender como hay gente que le tiene tanto pánico o asco, pero cuando me paro a pensar en mis miedos, pienso lo mismo, como puede esto no darle miedo a otros, y es ahí donde no queda otra explicación que el escarabajo en la caja. Estoy segura de que si cada vez que hubiese una discusión, o un enfrentamiento entre dos personas, nos parásemos a pensar en que quizás ese escarabajo que tu ves no es ni semejante a lo que ve el otro debido a sus experiencias, muchos de los problemas se acabarían y comprenderíamos que es la verdadera tolerancia. Para mí, creo que la tolerancia no es más que comprender que tu escarabajo no es mejor que el de ninguno, quizás ni siquiera el mismo.

También, este artículo nos presenta la escasa validez de las palabras. Para nosotros las palabras son como algo con lo que podemos expresar todo, son esenciales en nuestro día a día y sin ellas, sin recurrir para nada a su uso, nos vemos incapaces de comunicarnos. Ahora estará el gracioso de turno que pensará para sus adentros "y los que son mudos qué? Esos no pueden decir palabras" Y será completamente correcto. Sin embargo, un mudo, un sordo, no puede pronunciarlas, pero sí leerlas o transmitirlas mediante su propio lenguaje de signos, y eso en el fondo es utilizarlas. Por lo tanto, cuando usamos las palabras no transmitimos mucha información, como nos han hecho creer, no es más que volver al simple juego de los escarabajos. Cuando digo que me duele la barriga, yo siento y veo cual es mi dolor, pero ¿cómo podemos estar seguros de que a quien se lo dices se hace una mísera idea de lo que realmente sientes?, ¿cómo podemos describirle el color de la camiseta que nos hemos comprado a alguien que jamás ha visto ese tono y sin que la vea?, ¿cómo podemos estar seguros de la forma, el aspecto, y de todos los detalles con los que se ha imaginado a ese personaje del libro?

La respuesta es que no se puede. Por mucho que te lo expliquen, lo describan, por muchas palabras que use del diccionario, por muchos idiomas diferentes en los que te lo explique, jamás podrás saber qué es para la otra persona un escarabajo, ya que las palabras en el fondo están vacías. Un claro ejemplo del poco significado de las palabras es el sarcasmo. Quizás ya haya usado en diversas ocasiones, e incluso en exceso este ejemplo, pero creo que el sarcasmo nos hace comprender la poca información real de lo que supone casi toda nuestra vida. Supongamos este ejemplo (hoy parece que va todo de suponer...) : "El examen ha sido muy difícil"
Así tal cual, esa afirmación podría significar diversas cosas dependiendo del escarabajo de cada uno. Para alguien que no estudió nada, es totalmente cierta. Para alguien que estudió lo suficiente, es falsa. Sin embargo puede también resultar que sea cierta para el segundo y el primero no esté de acuerdo con ella. Lo que es contradictorio, una misma frase, las seis mismas palabras, que pueden significar lo contrario tan solo dependiendo de algo, del tono con el que se haya dicho...

Por lo tanto ¿qué son las palabras?, ¿por qué una mesa se llama mesa?, ¿por qué el color azul es así?, ¿cómo sabemos que todos vemos el mismo color?, ¿qué conocemos de lo que opinan los otros mas que las descripciones vacías que creemos entender?, ¿por qué suponemos que todos los escarabajos del mundo son iguales al nuestro?, ¿por qué no nos paramos a pensar nunca que quizás seamos nosotros los que no ven nada más allá de su caja y de lo que contiene?, ¿por qué no intentamos comprender a los demás antes de imponer nuestra caja?
Quizás si dejásemos de pensar que el contenido de nuestra caja es el mejor que puede existir, quizás en ese momento todo empezaría a funcionar mejor....



Pd: De todas las veces que he dicho escarabajo ¿qué tipo de escarabajo os habéis imaginado? ¿uno verde? ¿negro? ¿feo? ¿una monada? ¿un coche?
He aquí otra muestra de lo vacías que son nuestras palabras :D




domingo, 23 de febrero de 2014

En el fondo somos niños a los que les gusta jugar

Quizás sean (como de costumbre) paranoias mías, pero si hay una cosa que caracteriza a nuestras clases de filosofía son los pequeños detalles de los que tan solo te percatas cuando ya llevas un tiempo viviéndolos.
Son detalles como los "¿cuánto queda? ¿diez minutos más o menos?" que resultaban ser diez minutos exactos, los "el fútbol es así" que no tenían nada que ver con fútbol, las clases en la calle, las salidas sin aviso previo yendo con pañuelos en los ojos para no ver. Son detalles como "¿tenemos un cuarto de hora? ¡perfecto! vamos a hacer un experimento" que al final se pasaban contando en qué consistía dicho experimento y no se realizaba, como todas esas risas sin explicación ya que nunca se llegó a saber qué fue lo que dijo ese amigo, por esos chistes que jamás se contaron. Son detalles como las preguntas en los exámenes de en qué animal te reencarnarías, como las aventuras con las gallinas que se comían sus propios huevos, como esa clase de filosofía y física cuántica que aún esperamos que llegue, como todos esos dientes caídos por la ausencia de caramelos al día siguiente. Son cosas como las maneras en llamar nuestra atención diciendo cosas que no tenían nada que ver, como las preguntas sobre arco iris que nadie sabía el porqué, como todas esas cosas que parecían que no estaban nada preparadas pero que al final salían bien y como tantas cosas que mi memoria no consigue recordar... Todo eso es lo que le da nuestras clases de filosofía un toque especial, es como un ingrediente secreto, es ese añadido que suprime lo pesado y monótono de una clase llena de teoría. 

Incluso en diversas ocasiones ese "ingrediente secreto" sale de lo que es en sí la propia clase, y entonces se convierte en material para nuestra revista. Nuestra revista es esa página donde habréis encontrado este enlace, es una revista sin forma de revista, es una entrada en SantoBachillerato dónde puedes perderte entre relatos de todo este material que digo. Es ese lugar de la red donde todas esas experiencias (qué es como llamamos a nuestras locuras que se nos ocurre hacer para filosofía) están redactadas por todos los locos que deciden llevarlas a cabo. En un principio comenzaron sencillas, ducharte con los ojos cerrados, pasarte un día sin llevar el reloj a clase, leer un artículo y escribir sobre ellos, eran maneras de jugar y hacer un trabajo sobre nuestro juego. 
Sin embargo lo fácil aburre, a algunos más que otros, por lo que las experiencias empezaron a tomar un rumbo de aumento de dificultad interesante. Es así como surgió la idea de disfrazarnos para ir a clase, y la de reflexionar sobre la realidad, pero eso pareció no ser suficiente, así que ¿por qué no estar 24h horas callado, sin móvil, sin tele, sin ordenador, sin nada? y aquí estamos viendo como pasan los días y como vive la gente eso de ser mudo.

Pero aunque sé que os hubiese gustado, esta entrada no es de mi experiencia siendo muda, y hay dos razones por las que no es así. La primera es porque tengo ocupadas todas las tardes de la semana con actividades en las que necesito hablar, clase de alemán lunes y miércoles y piscina los martes y jueves, por lo que solo me quedaría el viernes para realizar dicha experiencia. Y es ahí donde aparece la segunda razón, no me apetece. No me apetece estar 24 horas sin hablar, la parte del móvil y del ordenador y todos los aparatos no me importa, pero sin hablar.... No es que sea una cotorra todo el día hablando sin parar (o sí..) pero no me motiva el hecho de no poder decir absolutamente nada, porque ya tan solo pensarlo me crea impotencia y me agobia. Por lo tanto opté por escaquearme, ser débil, tonta, cobarde, y todo lo que pueda ser y no hacerla.
Quizás me arrepienta y un día a lo loco, cuando ya se esté acabando todo decida añadirme, pero sinceramente ahora mismo no lo creo.

Pero aparte de mi estado de sosedad (o como se diga cuando estas muy sosa), si una cosa queda clara es que por muy difícil que sea el juego que nos propongan siempre hay una gran abundancia de locos que no dudan en jugar. Porque en el fondo uno se lo pasa bien huyendo de la rutina, haciendo cosas que jamás hubiese pensado que eras capaz. Otro factor que influye y hace que a todo esto se le añada tal cantidad de gente es un poco el orgullo, la competitividad (en el buen sentido) y la presión social. Ya que te intentas constantemente demostrar de que eres capaz de ello, de que es en el fondo una chorrada lo que se ha planteado, de que no te cuesta, y para convencerte necesitas convencer a los otros, intentar hacerlo como mínimo igual de bien que lo hizo el anterior, y además como todo el mundo lo hace pues sientes esa presión en el pecho que te impulsa a apuntarte a ciegas y sin poder dar marcha atrás.

Después te alegras de haberlo hecho por todas las consecuencias y detalles que descubres, pero al empezar (y todo el que diga que no miente), se siente un poco de miedo, te para demasiado a pensar ¿por qué narices me apunté yo a esto?, pero una vez llegado ese día, queda demasiado mal abandonar. Y es este el motivo por el cual, al menos yo creo, que sale todo tan bien. Empiezan como juegos, planes que "a lo mejor" se harán, pero luego llega el día y ves que no eran una ilusión, y si te dispones a jugar y lo haces en condiciones, sin trampas, te lo pasas en grande, como si volvieses a tu infancia cuando jugabas con muñecas, coches, aviones, lego, o lo que fuese, y eso, tal y como se lee en la revista, le encanta a la mayoría de la gente.
Desde mi punto de vista creo sinceramente que todo es debido a que en el fondo mantenemos guardado bien al fondo, en un  armario escondido, nuestra alma de niños que no quiere crecer.  

El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió
para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta.
Pablo Neruda



domingo, 19 de enero de 2014

Auch!

Duele.
Quizás es de las cosas que más decimos a lo largo de la vida. El dolor no es algo definido, localizado, no es algo que puedes decir que es debido a que una zona de tu cerebro está activada, no. El dolor es una de esas grandes incógnitas que encuentra la ciencia, ya que no todos sentimos el dolor igual, ni sentimos el mismo grado de este aun estando en la misma situación.

El dolor no es algo externo, así como lo es la temperatura, por lo que no se puede mirar de un modo objetivo, no se puede tabular cuánto va a doler cada cosa: que te pinchen con una aguja, que se te rompa algún hueso... Es imposible, ya que es algo que se origina dentro del cuerpo de cada uno. Sin embargo, a pesar de que no se pueda medir, si que se sabe qué es lo que lo produce. El proceso del dolor físico, en el fondo no es muy complicado, tan solo es necesario que un tejido se rompa emitiendo una cantidad de transmisores encargados de informar al cerebro de que algo no va correctamente.
Puesto que es algo totalmente de cada uno, dependiendo de la experiencia anterior se puede sentir más o menos dolor por el mismo estímulo, al igual que se puede reducir el dolor con tan solo concentrarse en él. Lo mismo ocurre con el dolor emocional en el cual no se rompe ningún tejido y por lo tanto resulta el más subjetivo de todos los existentes. Centrándonos tan solo en el dolor físico, y dejando de lado al dolor emocional debido a la imposibilidad de trabajar con el por ser tan diferente entre unos y otros individuos, es habitual hacer técnicas psicológicas a aquellos que sufren dolores crónicos consiguiendo que se disminuya el sufrimiento que padecen.
Sin embargo, aunque parezca que el dolor es igual para todos (se rompe un tejido → se mandan neurotransmisores → duele) la experiencia no es la misma. No duele lo mismo que te den una patada que sentir agujetas.

Si tuviese que tabular los dolores según mi experiencia, creo que sería difícil colocarlos, ya que si es fuerte cualquier molestia es la peor del mundo.
Si afirmase que es el dolor de cabeza es la menor de todas, ya que para mi solo se siente un poco de tensión el la frente muchas veces creado por cansancio, todo aquel que sufra de migrañas, jaqueca o algo por el estilo quizás dejaría de leer en ese mismo instante.
Si dijese que el menor es el de hambre, ya que tan solo suenan las tripas y se siente un poco de molestia, todo aquel que desafortunadamente no tenga para llevarse ni un trozo de pan a la boca cada día, pensará que soy una estúpida diciendo eso y que jamás he vivido lo que es un verdadero dolo de barriga por hambre, y tendría toda la razón.

Por lo tanto, si necesitase realmente ponerlo en una tabla, por lo menor esta claro que por ahí no podría empezar. Pero si probase por lo mayor pasaría un poco lo mismo.
Si afirmase que el dolor de muelas es el peor de todos los dolores, no podría decirlo, ya que nunca lo he sufrido en condiciones y no sé como es exactamente. Esto mismo me pasaría con el dolor de romperse un hueso, de sentir una buena patada donde a los hombres más les duele, el dolor de la apendicitis, dolores de espalda que no te dejan ni levantarte de la cama, y así muchos más.
No sé si es por fortuna o por qué, pero hay muchos dolores que aun no sé cómo son, y por lo tanto no podría añadirlos a mi tabla, pero sin embargo, para mi punto de vista, creo que hay uno que supera los límites.

Como con todo, hay siempre afortunados que no lo sufren, que no saben cual es la experiencia, y eso que se pierden.
Este dolor es un dolor que temes, un dolor cuya gráfica es rectilínea y uniforme, cuando empieza no para, te inmoviliza, te bloquea cual puñetazo dado en la barriga, pero su problema es que es constante, no cesa, aumenta y aumenta. Es un dolor como el de una decepción, como cuando alguien a quien tenías en alta estima te defrauda, se concentra en lo más profundo y explota. Pero sin embargo, la decepción tiene una explicación por la que llorar, por la que no salir de la cama, por la que hacerte una bolita y querer desaparecer del mapa, y es que has perdido a alguien sin esperarlo, y a parte no todos los meses recibes un abandono de alguien querido.
Por el contrario, el dolor menstrual es ese que esperas, sabes con toda certeza que van a inflar tu barriga hasta el punto de que casi explote, y la van a apachurrar cual bayeta para secarla durante: nunca (las que deben comprar la lotería por suertudas), un día, dos, tres o (como las que necesitan más tréboles de una hoja más) todo lo que dure el periodo.

Por lo tanto hacer una tabla de dolor en imposible, ya que cada cual lo pasa de forma diferente.
Aunque desde mi punto de vista hay dolores que sufrimos un poco de manera muy similar. Pertenecen a este tipo, dolores como:
Encontrar un mueble con el dedo meñique del pie.
Girarte y darte con algo en el codo, justo en ese lugar donde se te duerme la mano.
Despertar a tu pie que, cual saco de arena, no sientes.
Caerte de culo y darte justo en el huesecito que hay.
Una buena patada en la espinilla....

Creo que con tan solo mencionarlos, se puede reproducir sutilmente en nuestro cerebro exactamente esos dolores, ya que son bastante comunes y característicos. Por supuesto cada cual tendrá su visión de ellos, pero al ser dolores del día a día y no muy agresivos pienso que la similitud entre la experiencia de unos y otros es bastante. No obstante cada cual sufre a su manera y el que no se haya fijado, que pruebe a intentar localizar y sentir el dolor. Observará cómo se escapa cual pez en un estanque que no quiere ser acariciado, sigue presente pero cuando te acercas a observarlo, en ese lugar ya no está.





domingo, 1 de diciembre de 2013

¿Jugamos a ciegos y lazarillos?

¿Qué pasaría si no ves?, ¿qué pasaría si tienes que pasear?, ¿qué pasaría si te guían?, ¿qué pasaría si aunque tuvieses miedo, vergüenza o agobio no puedes parar?, ¿qué pasaría si te obligan a comer algo que no ves qué es?, ¿qué pasaría si te tapan los ojos, te llevan a la calle, sabes por donde vas pero solo ves en negro?

Pues lo más seguro es que estuvieses en medio de un experimento, eso o te han secuestrado (esperemos que no). Aunque en el fondo si no te fías del que te guía, es más o menos lo mismo. En mi caso, sí me fiaba, era una amiga, una de esas amigas que son de siempre, una de esas con la que compartí casi toda mi infancia, una de esas de las que realmente te fías, si no hubiese ocurrido así, todo hubiese cambiado. Además hay que añadirle que conocía el suelo que pisaba, que aunque no viese iba viendo, tenía todo el camino siempre en mi mente, sabía más o menos cuando llegaba una rampa, cuando había que cruzar, por solo el tacto del suelo con mis zapato sabía situarme, por tan solo la gente de la calle sabía perfectamente donde estaba, y de ese modo perdía un poco la gracia. Al igual que dije en esta entrada de mi otro blog, la mitad de las veces que ando por la calle voy en automático, es decir mi vista prácticamente deja de funcionar, ya que va en otras cosas dictadas por mi cerebro, y son mis oídos y mi tacto los que cumplen casi todas las funciones. Aún viendo, me dirijo por el oído, sé si viene un coche o es una moto o son varias personas, o una sola, si viene con prisa o va despacio, todo eso no lo veo nunca, lo oigo. Creo que eso me ayudó mucho a que no me agobiase y fuese tan normal cuando llevaba los ojos vendados, es más estaba a gusto, en mi mente no había nadie, solo existían sonidos conocidos de mi día a día y un olor a lluvia espléndido. Fue una pena en parte, no poder apreciar el olor a flores que sabía que tenía percibir, pero ese olor a humedad, a tierra mojada, ese olor a charcos ocupaba la atención de toda mi pituitaria.

Me hubiese gustado no saber por donde iba, creo que la experiencia hubiese sido diferente, sin embargo en todo momento iba viendo realmente, porque son caminos que conozco desde pequeña, y que están en  mi lista de automáticos, son lugares que frecuento, y que en ese momento sabía qué ocurría. Supe que en la iglesia había una grúa y que por ello no pudimos rodearla, y por lo que bruscamente tuvimos que retroceder en nuestros pasos, supe que en la plaza de las flores debía olerlas, aunque fui incapaz de ello, era un poco una pena saberlo, pero cuando andas por tu casa no te hace realmente falta observar nada. Es verdad que no me pasó en todo el camino ya que cuando cogimos por el callejón, me desorienté un poco, porque no suelo pasar por ahí, y había un hombre vendiendo que no localicé, esto me llevó a que cuando abrí los ojos, pensé que estábamos un poco más delante, pero por el resto iba viendo con mi mente tan normal.

Al cambiar de posiciones se cambiaba de experimento, ya que tenías que guiar a tu compañero a la vez que observabas a la gente poniendo caras muy muy extrañas. He de reconocer que cierto pudor y vergüenza sí que sentí de ir yendo por la calle en parejas con ciegos a causa de pañuelos, sin embargo fue divertido, íbamos lento, y por una de las calles íbamos con miedo de que nuestro ciego se precipitase a la carretera por culpa de lo estrecha que era la acera. Pronto llegamos al instituto de nuevo, y allí todos tuvimos que cerrar los ojos, y tras extender las manos, comernos lo que nos habían dado. No sabía lo que era. La sensación era extraña porque era algo como una piedra, no muy grande pero parecía duro, aunque no lo sabía. Nos dijeron que lo llevásemos a la boca y lo comiésemos, yo confiaba en que no nos iban a envenenar ni nada así que no opuse resitencia, y cuando mi lengua captó la información del sabor supe que era un fruto seco garrapiñado, no me gustan. No es por odio ni por alergia, es que los frutos secos no son mi gran pasión en la vida, aunque el caramelo que lo recubre está bueno, el problema es el interior. Y como no sabía si era cacahuete, almendra, nuez, o yoquesé, pues impaciente por descubrirlo la mordí. ¿Para qué hiciste aquello? ¡¡Con lo bueno que está el caramelo y no te lo acabaste entero!!. Efectivamente, un sabor a cacahuete invadió mi paladar, ODIO LOS CACAHUETES, mi cara debió ser épica, porque como no veía nada, mi expresión no se contuvo. Me lo comí a pesar del sabor, porque claro, no era plan de hacer el feo, sin embargo es un sabor que permanece, que no se va, del que tienes que aguantar, por culpa de esos pequeños trocitos que se guardan entre los dientes. Hombre, para experimentar estuvo bien, porque estuve centrada en el sabor hasta que desayuné en el recreo, y tampoco es que me fuese a morir, ya que como he dicho, no me dan reacción alérgica.

Así que concluyendo y junto con mi experimento del otro día, fue muy divertido, tanto ser guiada como guiar, y comprobé que sin oídos por la calle no soy nada pero sin mi vista un pelín me podría guiar (digo yo, eso sería para verme, aunque quien sabe si  no haré ese experimento algún día), también comprobé que es peor ver las caras de la gente que suponer que te están mirando, y por consiguiente paso más vergüenza cuando no soy yo la que va por la calle haciéndose la ciega.
Por lo que repetiría esta experiencia sin dudarlo, y cualquier otra ya que en el fondo me lo paso genial en la mayoría de ellas, por no generalizar y decir todas. :D

viernes, 29 de noviembre de 2013

Programa de radio

El otro día tuvimos que hacer un programa de radio en el cual hablaramos de las diferencias entre el cerebro masuclino y el femenino respecto de las hormonas, esperamos, las tres carmelas que os guste :D

Cerebro Masculino y Femenino -Las Tres Carmelas